La no dualidad, a menudo explorada en tradiciones como el Advaita Vedānta, el budismo Mahāyāna y el taoísmo, desafía nuestra visión común de la realidad al separar objetos, sujetos y conceptos.
Propone que todo está intrínsecamente unificado, sin distinción real entre “yo” y “otros” o entre “espíritu” y “materia”.
Esto refuta la idea de una separación entre el “yo” y el Universo.
En el Advaita Vedānta, por ejemplo, se enseña que todo es “Brahman”, el Uno absoluto, y que toda diferenciación (entre uno mismo y el otro, entre sujeto y objeto) es una ilusión (māyā) que surge de la ignorancia.
No es sólo una simple filosofía, sino un camino de experiencia directa de esta unidad.
Según maestros contemporáneos como Tony Parsons, despertar a esta no dualidad no implica esfuerzo, sino el reconocimiento directo de que “lo que es” ya está completo y unificado, y que la idea de separación es una construcción mental.
Así, el proceso de «realizar» la no dualidad a menudo comienza con un cuestionamiento profundo, una discreción entre lo real y lo irreal y una disolución de las identificaciones personales.
Una vez que la ilusión del “yo” se percibe como una construcción mental, surge un sentimiento de unidad con el mundo.